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BELËN YJERUSALËN

"JESUS ES EL PAN QUE BAJÓ DEL CIELO PARA VIDA DEL MUNDO:"

Ya hemos visto porque el nombre de "LA CASA DEL PAN" en hebreo se dice BELEN, fué la ciudad donde nació nuestro Señor Jesús, muchos años antes Dios había dicho por la boca del profeta Miqueas lo siguiente:

 Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el Gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad. (Miqueas 5:2 --)

 En el plan de Dios se contemplaba que el Salvador, nacería en Belén, ya que su significado era LA CASA DEL PAN, y el Señor Jesús es el PAN DE VIDA.
De Belén La Casa del Pan, saldría Jesús que es el PAN DE VIDA.
Pan de Vida para la vida del mundo, de tal manera aquel que come de ese PAN DE VIDA nunca morirá.
Al realizar este sitio pretendemos que LA CASA DEL PAN , sea un sitio donde haya alimento de vida plena para toda la persona y para todas las personas. Y como oyentes de la Palabra de Dios, esa Palabra hecha carne que se llama Jesus, nos dá la felicidad en esta vida y despues la vida eterna.
Jesús pan que bajado del cielo da vida al mundo hasta el final de los tiempos.

Juan 6:29

Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en aquel que él ha enviado.

30 Entonces le dijeron: --¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces?

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

32 Entonces Jesús les repuso: --Pues si, os lo aseguro: Moises no os ha dado el pan del cielo, no, es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.

33 Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da vida al mundo.

34 Le dijeron: --Señor, danos siempre pan ese..

Juan 6:35

35 Jesús les dijo: --Yo soy el pan de vida. El que se acerca a mi, nunca tendrá hambre, y el que tiene fe en mi, no tendrá sed jamás.

36 Pero como os he dicho, aunque habeis visto ,no teneis fe.

37 Todo aquel que el Padre me entrega vendrá a mí; y al quese acerque a mi, jamás lo echaré fuera.

38 Porque yo he bajado del cielo, no para hacer la voluntad mía,sino la voluntad del que me envió.

39 Y ésta es la voluntad del que meenvió: que no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que loresucite en el día final.

40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que reconozca al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.

Juan 6:44

44 Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.

47 Pues si, os l oaseguro: Quien tiene fe posee vida eterna.

48 Yo soy el pan de vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.

50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él no muera.

51 Yo soy el pan vivo que bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Pero, además, el pan que voy a dar es mi carne, para que el mundo viva.

¿ Es posible la Paz en Jerusalén y por extensión a Tierra Santa?.

JERUSALEN, CIUDAD DE LA PAZ.


SI QUIERES SABER MÁS DE JERUSALÉN. VISITA:

"Información de Tierra Santa".Custodia franciscana. Visita virtual a Tierra Santa

 

ETIMOLOGIA.

Los entendidos (gentiles, o no muy apegados a la Torá) no están seguros de la etimología de Ierushalaim, y creen descubrir en ella un origen semítico antiguo, anterior a la llegada de los libertos hebreos a Israel. Puede que el propio texto del Tanaj les dé la razón, pues considere lo siguiente:

"Sucedió que cuando Adoni-Tzedek, rey de Ierushalaim [Jerusalén], oyó que Iehoshua [Josué] había tomado Hai..." (Ieoshúa / Josué 10:1)

El nombre Adoni-Tzedek no es propio, tal como Faraón no lo es, sino que es el título del monarca gentil de la ciudad de Shalem (¿recuerda a Malki-Tzedek, otro título real para el gobernante de esa ciudad?, vea Bereshit / Génesis 14:18).

En tiempos de Iehoshúa / Josúe, Ierushalem ya era el nombre de la ciudad anteriormente conocida simplemente como Ir-Shalem (literalmente ciudad de la paz).

Hay que tener en cuenta que Ierushalaim comienza con Iud, en tanto que Ir-Shalom comienza con Ain. Es decir, en español quizás no hay diferencias, ambas empiezan con I, pero en hebreo las hay y muchas. Sería como decir "hojo", "herror", etc.

Así que, quizás metafóricamente Ierushalaim sea la ciudad de la paz (lamentablemente aún no lo es en la realidad), pero todavía estamos sin saber el origen de la voz.

Los filólogos dan al menos dos posibilidades:

  • Ieru proviene de lehorot -enseñar-, y significaría: Enseñen paz (o integridad).
  • Ieru proviene de Ireu, y significaría reverenciar-temor, es decir: Reverenciar en/a Shalem (recuerde que quizás Shalem haya sido el nombre de una falsa deidad del lugar, aunque Shalom sea una de las denominaciones del Eterno).

    Hay otra posibilidad,es la que los especialistas judios enseñan:

    Ieru proviene de Ire, que significaría ver o manifestarse, y tal el nombre que le agregara el patriarca Avraham al lugar donde estuvo dispuesto a elevar a su hijo para Dios (vea Bereshit / Génesis 22:14).

    Entonces es: la ciudad (el lugar) donde Dios se manifiesta; y correlativamente, donde Dios tiene Sus ojos puestos (1 Melajim / I Reyes 9:3).

    En definitiva, el lugar donde el Shalom (Dios, paz e integridad) halla su manifestación.

    A pesar de la probable etimología de su nombre, "Ir Ushalom" (Ciudad de Paz), la capital eterna de Israel, no ha gozado de mucha paz en su larga y accidentada historia. Acechos, desolaciones, conquistas y reconquistas, alternaron con intensos períodos de religiosidad y creación espiritual, en la más deseada de las ciudades. Ese mismo doble significado, que apunta a dos cosas tan difíciles de lograr, como la paz y la perfección, condice con la realidad histórica.

    Su proverbial belleza ha inspirado a gran cantidad de poetas, comenzando por el propio Rey David. Está escrito en el Talmud que Jerusalén ha recibido "Nueve de las diez partes de la belleza del mundo".

    Por ser la más deseada, fue quizá la más esquiva, como aquellas cautivas que siempre retornan a su primer dueño o al primer amor. Porque nadie la poseyó para siempre, y sólo Israel la hizo Reina de su Reino, según la promesa.

    También el cántico "Shaalú Shalom Ierushalaim", "Rezad por la paz de Jerusalén", alude indirectamente a lo precaria que esa paz ha sido. Pero también implica una perenne esperanza que la contrarresta, una convicción que sin duda tiene origen en el mesianismo histórico judío, de que algún día reinará la paz total sobre Jerusalén y en todo el mundo.

    EL CUMPLIMIENTO DE UNA UTOPIA ANHELADA Y PROMETIDA POR EL DIOS BIBLICO Y CORANICO .

    ¿Es utópico creer que en el Nuevo Israel, en su capital resucitada, musulmanes, cristianos y judíos puedan vivir en paz? Si lo pensamos así, hay que saber que la realización de esa utopía compromete el porvenir de la paz en el mundo. Tal vez por eso los salmos atribuidos al rey David pedían ya: "¡Rogad por la paz de Jerusalén!"
    ¿Por qué Jerusalén en particular? Porque esa ciudad es la del encuentro de las culturas, las religiones y los hombres de todas las edades y todas las lenguas. Sí, roguemos por la paz de Jerusalén, una paz que pueda prefigurar la de las culturas del universo, cuando, con toda sencillez, todo hombre se reconozca hermano de todo hombre.

    Jerusalén, antigua capital de Judea, resucita en nuestros días en un microcosmos de todo el universo, con sus contrastes y sus más graves contradicciones. Desde cualquier esquina de la Ciudad desfilan los tipos humanos más diversos, venidos de de todos los países.

    Desde 1950, en la ciudad de David, se codean no creyentes, con fieles de 45 confesiones cristianas diferentes, con distintos grupos judios y con musulmanes representantes de todos los ritos y orígenes geográficos del Islam.

    Junto al judaísmo y al cristianismo, otra religión nacida de las fecundidades de la Biblia, el Islam, expresa un interés real por la ciudad desde la que el profeta Mahoma emprendió el vuelo para encontrarse en el cielo de Alá con Abraham, Moisés y Jesús. El universo de Jerusalén, sus 30 siglos de historia apasionada, se concentran así en las 90 hectáreas a las que sus muros sirven de marco.

    Ciudad con raíces en la Biblia hebrea (Primera Alianza), el Nuevo Testamento (o Libro de la Nueva Alianza), y el Corán (o Libro de la realización de todas las Alianzas desde la de Abraham), la Jerusalén resucitada volvió a ser el país del retorno a Israel después de la Declaración Balfour (1917) y de las resoluciones de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947. Éstas recomendaron la creación, en el territorio de mandato británico, de dos Estados, el israelí y el palestino, en torno a la ciudad de Jerusalén, controlada por las Naciones Unidas. Ese retorno daba a las tres religiones abrahámicas reconciliadas la misión de hacer realidad su gran ideal común, el de la Alianza universal de la humanidad.

    El conflicto que las Naciones Unidas esperaban resolver prosigue con la guerra que enfrenta al Estado de Israel y a los representantes del mundo palestino. La creación de un Estado palestino ayudaría a poner término a este conflicto que continúa tiñendo de sangre la Ciudad de la paz. La reunión de dos Estados, uno israelí y otro palestino, reconciliados en el seno de una confederación abierta a otros Estados de Oriente Medio podría reservar a todos un porvenir de paz y de progreso2.
    Nadie podría hablar de Jerusalén sin evocar sus profetas, las tragedias de su historia, el exilio dos veces milenario de su pueblo, su retorno después de la Shoah, la fundación del Estado de Israel y sus trágicas consecuencias para la población musulmana, la negativa árabe a crear el Estado palestino, el conflicto inextricable resultante, el bloqueo consecutivo agravado por una guerra larvada que no se atreve a confesar su nombre.

    Sin embargo, ninguna guerra podría resolver el enfrentamiento de los dos nacionalismos y de las tres religiones que se reparten y ensangrientan Jerusalén. Reconozcamos pues y proclamemos que esta ciudad es la capital histórica de las tres religiones que allí tienen sus raíces. Unamos a los hombres que viven en ella separando sus competencias. Los Santos Lugares ya son administrados por las religiones que los reivindican.

    Hagamos de la Biblia hebrea (Primera Alianza), del Nuevo Testamento (Nueva Alianza); y del Corán árabe las nuevas armas de su verdadera cultura, la de la de la paz y la reconciliación. Que Jerusalén se convierta por fin en la capital ejemplar de la paz universal, como siempre la soñaron los profetas de las tres religiones abrahámicas.

    El deseo de paz, expresado permanentemente en la Liturgia de las horas, durante el Adviento, alcanza una mayor intensidad, dado la situación de violencia y guerra que hay en la región. La humanidad anhela la paz, eleva suplicas incesantes a Dios pidiendo que cesen las guerras, como las llama el Santo Padre; "aventuras sin retorno".

    La guerra es consecuencia del alejamiento de Dios, del lento y progresivo silenciamiento de sus mandamientos. De la actitud soberbia e insensible con que el hombre se coloca frente a su Creador. El hombre una vez más, intenta construir otra Babel, como aquella Torre famosa, en la que expresa el deseo de edificar la historia sin Dios. Pronunciando su palabra, envuelta en intereses personales y ambiciones desmedidas, le dice a su Señor "no te serviré". Los caminos que los hombres construyen buscando la tan anhelada paz, ponen a Dios a la "vera", prescindiendo de Él.

    La Paz no nace de la seguridad de las armas, ni de la destreza de los soldados, tampoco tiene su origen en la estrategia de los peritos. No se la puede decretar en ningún parlamento, aunque sería una magnifica idea interpelarla en las Cámaras, no para censurarla, sino para escucharla. No recibe ayudas del presupuesto, ni entra en los proyectos de los economistas, camina tantas veces por los labios de los informativistas que algunos han comenzado a dudar de su existencia. Se la busca en los lugares que no frecuenta, y tantos la prometen, que de tanto esperarla algunos se desalientan. Se halla presente en los más importantes discursos como un deseo frustrado, ha sido invocada por algunos tratados que nunca son aplicados. Algunos "poderosos" en el supermercado del mundo la pusieron de oferta, si uno compra una caja le entregan dos.

    La Iglesia con los ángeles proclama; "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres..." Este deseo recorre el universo, pero debe ser acogido en los corazones para habitar en ellos. Jesucristo es la Paz, es el mensajero de la Paz: "Es hermoso ver bajar de la montaña los pies del mensajero de la Paz". Cada región debería anhelar tener las huellas del Señor, que desea en sus apóstoles ir hasta los confines del mundo. Bienvenidos son " los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que trae la felicidad, que anuncia la salvación"(Is 52,7).

    La Paz que viene del Señor, "no la puede dar el mundo", porque tiene su origen en ÉL y es fruto de la relación de amistad con Dios. Ésta exige justicia y misericordia, pero, para aceptar su exigente propuesta hay que tener: valor, fortaleza, mansedumbre y humildad; estas virtudes conducen a la paz y la edifican. Esta Paz (la única) extirpa el temor. En el amor no hay temor hay confianza. El hombre debe "abrir las puertas de su corazón al príncipe de la Paz, Jesucristo", debe confiar en Él, permitiendo que sus huellas queden marcadas en nuestra existencia.

    El Resucitado, cuando se aparece a sus discípulos, la invoca como centro de su saludo; "la paz este con ustedes". Ella es un don de Dios. Cuando la muerte se levantaba poderosa e invencibles, Cristo la sentenció diciéndole: "Tu no tienes la última palabra"."¿ Dónde está muerte tu aguijón?. La paz es hija de la Resurrección, sabiamente dispuesta por el Padre en el corazón de la Pascua, es entregada a los apóstoles en el día de Pentecostés.

    ¿ Acaso la pequeñez de Belén ( La Casa del pan) fue un impedimento para que naciera el "Hijo del Altísimo?" Y siendo la más pequeña, no dio a luz al más grande, al príncipe de la Paz. Por todo esto, hoy más que nunca, Jerusalén, sobre ti, amanecerá el Señor. Mira que tu Señor viene montado en un asno, afina el oído de tu corazón. Viene en un frágil niño, dado a luz por su santa madre en un establo, acógelo con confianza.

    Todos comprendemos la necesidad de construir un mundo en Paz, este deseo de nuestro corazón encuentra la respuesta de Dios en Belén y utópicamente en Jerusalén, la bíblica Ciudad de la Paz.